El ajedrez no es solo un juego; es un gimnasio para la mente que aporta beneficios a cualquier edad. Diversos estudios realizados por expertos en educación y cognición, como Gobet, Sala y Burgoyne, muestran que practicar ajedrez fortalece habilidades cognitivas, sociales y emocionales de manera progresiva según la etapa de la vida.
Niños (4–12 años)
Desde los primeros años, el ajedrez ayuda a los niños a mejorar la memoria y la concentración, desarrollar la planificación y el pensamiento lógico, fomentar la creatividad y aprender paciencia y autocontrol. Además, refuerza habilidades académicas como matemáticas y lectura. Los expertos recomiendan dedicar entre 2 y 4 horas semanales a jugar y entrenar, combinando partidas y ejercicios didácticos.
Adolescentes (13–18 años)
En la adolescencia, el ajedrez potencia el razonamiento crítico, la gestión de emociones y la toma de decisiones. Participar en torneos o partidas grupales refuerza la socialización y el trabajo en equipo, mientras que las competencias académicas avanzadas se ven beneficiadas. Para este grupo, se aconseja practicar 3 a 5 horas semanales.
Adultos (19–50 años)
En la etapa adulta, el ajedrez mantiene la mente activa, mejora la memoria y la concentración, reduce el estrés y desarrolla habilidades estratégicas útiles para la vida profesional. Se recomienda una práctica moderada de 1 a 3 horas semanales, alternando partidas rápidas, análisis de jugadas y resolución de problemas.
Adultos mayores (50+)
El ajedrez también es un excelente aliado en la madurez, ayudando a prevenir el deterioro cognitivo, estimular la memoria y el cálculo, fomentar la paciencia y la reflexión, y favorecer la socialización. Bastan 1 a 2 horas semanales de práctica para mantener la agilidad mental y disfrutar de sus beneficios.
En todas las edades, el ajedrez no solo fortalece la mente, sino que también enseña disciplina, perseverancia y resiliencia. Es un juego que acompaña toda la vida, y cuya práctica, según los especialistas, vale cada minuto invertido.
Referencias:
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Sala, G. & Gobet, F. (2017). Chess in Education: Cognitive Benefits
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Burgoyne, A.P. et al. (2016). The Relationship Between Chess Skill and Cognitive Ability
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Basak, C. et al. (2008). Cognitive Training and Aging